deshollinaires • 28 de octubre de 2025

¿Poner una puerta en tu chimenea es realmente seguro?

Las verdades que nadie te cuenta sobre las puertas en las chimeneas.

Cada año nos encontramos con lo mismo. Alguien ve en casa de un amigo una chimenea que “funciona de maravilla” y dice: “Oye, me voy a poner una puerta como la de Pepe, que no le sale humo y calienta mucho”.
Y es así como empieza el problema.

Lo que la mayoría no sabe es que la chimenea de Pepe no tiene una puerta, en la mayoría de los casos tiene un insertable, un aparato diseñado para trabajar cerrado, con materiales y aislamientos preparados para soportar temperaturas de más de 600 °C sin dañar la estructura.
Pero lo que tú estás mirando en internet por 600 o 800 €
no es eso.
Es una
puerta metálica atornillada a una chimenea de obra, hecha con ladrillo refractario solo en la cámara de combustión “donde se hace el fuego”, pero con el resto del tiro y la campana construidos con ladrillo cerámico (mahón), que no está preparado para trabajar a esas temperaturas.

 


Lo que ocurre cuando tapas una chimenea abierta

Una chimenea abierta, sin puerta, trabaja a unos 80 °C de temperatura de humos y quizá algo más.
El fuego respira por la propia boca de la chimenea y se refrigera el humo que se genera, gran parte del calor generado se refrigera y se escapa por el tiro y la estructura no sufre demasiado.

Ahora, ponle una puerta.
El aire se controla, la combustión mejora y el calor se queda dentro.
El resultado parece fantástico: más llama, más calor, menos humo.
Pero lo que no te cuentan es que esa “mejora”
dispara la temperatura interior a más de 300 °C en menos de 40 minutos, según un informe redactado por  Applus Laboratorios, para una de las empresas que comercializan estos productos.
Y si mantienes el fuego durante horas —como se hace en cualquier casa normal—, la temperatura
puede alcanzar picos de 500 °C o más.

A esas temperaturas, el mahón cerámico del tiro y la campana se fisura, se deforma y acaba rompiéndose.
No de golpe, sino poco a poco: con cada encendido, cada invierno, cada cambio de temperatura.
Cuando después de unos años el deshollinador llega a limpiar, se encuentra una estructura debilitada, juntas sueltas, grietas, y en algunos casos, riesgo de incendio oculto porque ya existe una parte deteriorada que permite la circulación del humo y la acumulación de hollín en lugares que no están destinados para ello.

Al efectuar la limpieza con la fricción de los cepillos es muy probable que esa estructura de ladrillo sufra desperfectos al estar muy deteriorado el interior.


Y entonces llega el drama:

“Antes funcionaba perfectamente y no estaba rota y desde que se ha limpiado sí.”

 


No es culpa del mantenimiento.

La culpa es de haber cerrado una chimenea que no estaba preparada para trabajar cerrada.

Y aunque te digan que la puerta “tiene un certificado de calidad”, ese mismo informe (el de Applus, por ejemplo) ya deja claro algo que debería hacerte pensar dos veces:
temperaturas medias de 300 °C, picos de combustión altos, y un ladrillo cerámico que
nunca fue diseñado para eso.

En resumen:
Has convertido tu chimenea de obra en un horno y tu chimenea estaba diseñada para ser precisamente eso una chimenea no un horno de leña.
Y el horno, tarde o temprano, se rompe.

 


Esto no va de venderte nada

No se trata de vender puertas, ni insertables, ni limpiezas.
Se trata de seguridad.
De entender que tener una chimenea en casa
no es un adorno, es un fuego dentro de tu casa.
Y el fuego, cuando no se respeta o se descuida,
no perdona errores.

Cada año hay familias que pierden su casa —o algo peor— por un incendio originado en la chimenea.
Y muchas veces empieza igual: “Lleva veinte años y nunca ha pasado nada, tira bien no sale humo”.
Quizás, tú no has tenido problemas…
pero otros sí los han tenido, y algunos muy graves.

 


Lo que deberías hacer

Si tu chimenea te echa humo o no calienta bien, poner una puerta no es la solución.
Necesitas un profesional que evalúe el tiro, el diseño, el revestimiento y la salida de humos, para conocer antes de hacer nada cual es la mejor opción.
Hay formas más seguras y eficientes de mejorar el rendimiento, pero
ninguna pasa por tapar una boca abierta con un marco de hierro y un cristal sin verificar antes si tu chimenea lo soportará.

Y fíjate en esto: ese cristal que te venden está garantizado para resistir hasta 600 °C.
¿Quién te garantiza que la estructura interna de tu chimenea soporta esos 600 °C?
¿Por qué crees que te ponen un cristal que aguanta tanto?
Porque es posible que en algún momento
llegues a esas temperaturas.
Y cuando eso ocurra, los ladrillos cerámicos del interior
¿van a resistir?

 


Una chimenea en casa, es fuego dentro de casa.

Y eso exige respeto, conocimiento y mantenimiento.


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